martes, 16 de octubre de 2007

El cerebro está profundamente implicado en las experiencias místicas

Los neurocientíficos Mario Beauregard y Vicent Paquette, de la universidad de Montreal, en Canadá, han realizado un estudio en el que se ha utilizado la técnica de imágenes de resonancia magnética (fMRI), que permite registrar la actividad cerebral, para identificar los cambios en el cerebro cuando un individuo atraviesa una experiencia mística. El estudio se realizó con la colaboración de monjas carmelitas.

El estudio lo publicó en 2006 la revista Neuroscience Letters, pero Beaugerard acaba de publicar un libro, titulado The Spiritual Brain, en el que desarrolla los resultados de la investigación con las monjas carmelitas y plantea que con sus trabajos ha quedado comprobado que las experiencias místicas pueden ser documentadas y que tienen un origen inmaterial. La revista World Magazine acaba de publicar asimismo una entrevista con Beaugerard y la coautora del libro, la periodista Denyse O'Leary.

Durante la investigación, se midió la actividad cerebral de un grupo de monjas de la orden de las Carmelitas cuando éstas se sentían en un estado subjetivo de unión con Dios. Se descubrió así que la experiencia implicaba diversas partes del cerebro, como la corteza orbitofrontal central, el lado derecho de la corteza temporal media, los lóbulos parietales inferior y superior derechos, la corteza izquierda prefrontal media o la corteza cingulada anterior izquierda, entre otras.

Según informa al respecto Scientific American en su edición del 3 de octubre, de este estudio se desprende que los estados místicos profundos, o la experiencia religiosa, implican una amplia gama de regiones cerebrales, más de las que anteriores estudios habían establecido.

La investigación tenía como principal objetivo verificar una hipótesis formulada en la Universidad de California en San Diego hace una década, conocida como "punto de Dios". Esta hipótesis situaba la experiencia mística en el lóbulo temporal y se basa en el estudio de numerosos enfermos de epilepsia del lóbulo temporal, que con frecuencia relatan experiencias místicas.

Según la investigación de Beaugerard, sin embargo, el "punto de Dios" no existe en el cerebro, ya que cuando una persona vive una experiencia mística, todo su cerebro se ve implicado, señala Nature, si bien queda de manifiesto que el cerebro tiene la capacidad de vivir experiencias místicas y que por tanto cualquier persona, independientemente de si comparta o no una fe religiosa, es susceptible de vivir estas experiencias.

Para definir las funciones cerebrales implicadas en la experiencia mística fueron analizados los cerebros de 15 monjas carmelitas durante tres estados mentales diferentes. En dos de ellos, las monjas debían cerrar los ojos y recordar una experiencia social intensa. En un tercero, debían revivir una experiencia intensa de relación con Dios que hubieran tenido anteriormente.

Durante el experimento, fueron recogidas imágenes de resonancia magnética de cortes transversales del cerebro cada tres segundos, y del cerebro completo cada dos minutos. Una vez registrada la actividad cerebral, los científicos compararon los patrones de activación en las distintas situaciones (el recuerdo social y el místico), descubriendo las áreas del cerebro que se activaban con más fuerza durante la experiencia mística que en los otros casos.

Todo el cerebro implicado

De esta forma descubrieron que la memoria espiritual vigoriza varias regiones cerebrales durante estos recuerdos, como el núcleo caudado, que es la región del centro del cerebro relacionada con el aprendizaje, la memoria o el enamoramiento (de ahí, tal vez, la sensación de amor incondicional a la que aluden los místicos).

También descubrieron otra zona cerebral activada, la corteza insular o ínsula, vinculada a las emociones y a los sentimientos, y que podría estar en el origen de las emociones agradables que suelen asociarse a las conexiones con lo divino.

Por último constataron que también se activó el lóbulo parietal del cerebro (relacionado con la conciencia espacial), lo que podría explicar la sensación de hallarse inmerso en algo mucho mayor que nosotros mismos típica de este tipo de experiencias.

Según los investigadores, la cantidad (una docena) y diversidad de regiones cerebrales implicadas apunta a que el fenómeno de la espiritualidad es altamente complejo en el ser humano. De hecho, estos estados se producen gracias a una red neuronal que se encuentra distribuida por todo el cerebro, asegura Beauregard.

Beauregard explica sobre los resultados de su investigación que anteriores estudios neurológicos se han centrado en la relación entre la meditación y la oración, pero no sobre la experiencia mística en sí misma, por lo que eligieron a las monjas carmelitas contemplativas debido a su tradición mística. Los estudios neurológicos anteriores sobre estos procesos se han desarrollado con monjes budistas, practicantes de la meditación, y franciscanos, practicantes de la oración, por lo que la investigación de Beaugerard constituye un desarrollo de las investigaciones anteriores.

fuente : tendencias21

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