A partir de la crisis de las culturas minoicas (S. XIV y XIII a.C.), Galicia empieza su relación con otros pueblos, esta vez con el objeto de comerciar con las Casiterides a través de Tartessos, Cerdeña y Sicilia. A esta relación comercial con el este se añaden contactos importantes con las costas atlánticas de Europa. En esta etapa habían pasado del “eterno campesino neolítico”, común a otras culturas y pueblos (tras el aporte nórdico que había entrado en la Segunda Edad de Bronce), a la Galicia prerromana, con la clara influencia de los celtas que se localiza en tres niveles: -prerromano de tipo goidélico. -prrromano de tipo británico. -prerromano arturicense, que llega en el siglo V después de Cristo y el la “Galicia de Maeloc”; se trata de un celtismo ya cristianizado. Ahora hablaremos de la importancia del pueblo celta que hizo que por primera vez en Galicia hubiera una especie de distribución y organización en pueblos o tribus, que son los callaeci.
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Al hablar de los callaeci o los kallaikoi, diferentes historiadores como Menéndez Pidal y Martínez de Padin, les definen como un pueblo ubicado en el noroeste de la Península, que vive en las montañas y que es difícil de vencer. Estos callaeci constituyen para dichos escritores una unidad superior, similar a la de los lusitanos, cántabros, vascones o satures. Pero este es un tema en el que las diversas investigaciones no han logrado determinar con precisión si los callaeci eran un pueblo que sobresalía sobre los otros que habitaban el territorio de la actual Galicia, o si con este nombre se pretendía ya designar a los habitantes de una región constituida por varios pueblos. Pero lo que más nos puede interesar son las características generales de estos pueblos: la unidad básica era la familia. Sobre esta existía una organización superior territorial. Tenía dos jefaturas: una colegial de los ancianos, y otra personal de los que eran más significativos en la guerra o por su astucia y prudencia. Vivían en castros que eran lugares elevados, dominando un valle o sobre la costa, con una clara posición estratégica.
Por encima de la familia estaban los populi, que eran los que poseían la organización jurídico militar.
Por esto podemos, con cierta certeza, afirmar que su grado de organización era altamente elevado por sus esporádicas vinculaciones con los lusitanos o los cántabros, para luchar contra los romanos, y estos al romanizarlos equipararon a sus gobernantes con sus duces o magistratus.
COSTUMBRES REFERENTES AL CICLO VITAL
Existen muchas creencias respecto a la gestación. El lograr fecundidad ha dado lugar a prácticas diversas de origen religiosas algunas, como acudir al Santo Cristo de Ourense, a San Andrés de Teixidó, a la Virgen de la Barca y a otros santuarios, pero tienen especial interés aquellas que acusan profunda raíz, como el recibir las nueve ondas con función fertilizante en la playa de A Lazanda, a las doce de la noche de San Juan y el último domingo de agosto si hay luna llena. También otras acciones realizadas con el agua y la noche, con la luna como protagonista, tienen su relevancia, como es el bañarse con agua de nueve fuentes en la misma noche solsticial. Estos ritos tienen su base en las diosas celtas. Un ejemplo de estos tipos de diosas es la diosa caballo Epona que era venerada en todo el mundo céltico, desde Gran Bretaña hasta el Danubio. A esta diosa se la vincula con la muerte, el agua, y por tanto la fertilidad; aspectos que parecen relacionarla con la Diosa Madre. |
Un hecho muy curioso que se practicaba antes, y del que todavía gente anciana nos puede dar fe de su existencia, es el del famoso bautismo prenatal, que tenía todo un protocolo. Se efectuaba cuando una mujer no conseguía un parto normal. Cuando iba ya a dar a luz se la llevaba a un puente, a ser posible que tuviera un cruceiro. El bautismo se tenía que realizar a medianoche y se prohibía el paso a toda persona que intentara cruzar el puente antes de esa hora. A las doce se requería al primer transeúnte para que actuara de “ministro”, y se le entregaba agua y sal. En la lengua de la parturienta depositaba la sal y sobre el vientre derramaba el agua, al tiempo que se pronunciarían en el sacramento bautismal: Yo te bautizo... Luego cenaban invitando al que había hecho de ministro, y al terminar arrojaban al río las sobras de la cena.
De herencia céltica es la obsesionante inquietud del gallego por la muerte, que lo domina todo. Según las creencias celtas, el mundo de los vivos está más próximo al de los muertos durante las horas de la oscuridad. Una persona nacida por la noche podía ver fantasmas, y quien se aventuraba a salir de casa por la noche se arriesgaba a ver “gente pequeña” entre las que podía encontrar a sus familiares difuntos. Los druidas que existieron en la Galicia de Maeloc eran miembros de la clase sacerdotal heredera en la tradición celta. Eran educadores, jueces y sacerdotes y creían en la inmortalidad y en la metempsicosis, es decir en la trasmigración del alma.
Pero quizá el hecho más interesante dentro de la obsesión gallega por la muerte sea la Santa Compaña o Estedea. Deambulaban por los caminos, eran las ánimas que vagaban por la noche y atemorizaban a aquel intrépido que anduviera a altas horas de la noche por calles solitarias. Se sigue con la macabra idea de que quien se la encuentra es que le queda poco tiempo de vida.
OTRAS CREENCIAS POPULARES DE ETIMOLOGÍA MÍTICA
La estirpe prerromana en muchas tradiciones populares se advierte claramente su etiología mítica. Un ejemplo de ello son las manifestaciones folclóricas de Galicia que tiene una gran similitud con los bailes de origen céltico. También recibía gran culto el agua que pervive en las leyendas de moras encantadas, señoritas que surgen en las fuentes. Aún hoy en Alongos (Ourense) se arrojan bollos de pan al Miño con propósitos mágicos. Ofrendas se hacían en el río Támega, y pan y vino a algunos ríos para propiciar la cosecha; monedas en Fontanares... Ancestrales orígenes tienen también las creencias sobre el fuego. Las meigas sacaban de éste vaticinios y presagios. En el folclore de los años 70 adquirió carácter personal: “alegrarse ao lume, morrer ao fogo”; ser inmaculado y sagrado. Al fuego vienen las almas de los antepasados a calentarse en ciertas fechas. Dentro de lo que es un mundo de la agricultura y de los “labregos” tenemos la fiesta de los Mayos. Los Mayos vestidos de hojas verdes y adornados con flores recorrían las calles cantando coplas alusivas. El significado general que se le da es la regeneración de la naturaleza en la primavera y con ello, el resurgir de la humanidad tras el letargo del invierno. Dentro de estas fiestas, la más representativa es en los carnavales, en lo que se llama “Entroido”. |
Una figura representativa dentro de estas fiestas es el cigarrón, piliqueiro o felo; dependiendo del lugar de Galicia donde nos encontremos recibe diferente nombre, aunque sus acciones y festejos sean similares a todas las regiones. Se dice que estas fiestas recuerdan la fecundidad de la tierra y de la mujer, tan importante en el mundo celta. También se asocia con las Saturnales romanas y a festejos anteriores. Este felo o piliqueiro recoore el pueblo dando trallazos con el látigo, que pueden recordarnos ritos analógicos de tipo fertilizantes.
También relacionado con el Entroido es la quema del Meco, con el entierro de la sardina... en definitiva era quemar un muñeco que luego tiraban al río. Son ritos de expulsión en donde el muñeco representaba el invierno. Así en Roma las Vestales arrojaban muñecos de paja al Tíber, con fingido llanto, como en muchos lugares de Galicia.
El culto de las piedras aparece documentado desde la prehistoria. Tienen funciones diversas: funerarias, curativas, adivinatorias, fertilizantes...
Las encrucijadas poseen asimismo, carácter mítico. En la religión celta las Matres o Matronae, númenes romanizados de la fertilidad, llevan tras el nombre de la divinidad, a veces, las palabras biviae, triviae, que demuestran su carácter accidental de diosas de las encrucijadas. En estos lugares se enterraban a los niños muertos sin bautismo, los entierros se paraban aquí para rezar el responso. Lo más curioso es la creencia en seres fantásticos, que son pequeñas divinidades de diferente origen que irrumpen en la vida diaria. Ejemplo deeste tipo de seres son: el Canouro, espíritu del campo y de los bosques, las Ouvas en las que pueden reconocerse a las Ouvanas célticas, las Sereniñas do mar, que son ninfas marinas, los trasnos o demos, son demonios que podrían tener alguna similitud con los demonios asirio-babilónicos de acción poco eficaz.
EL ARTE QUE NOS DEJAN ESTOS MITOS
Los pueblos que habitaron estas tierras anteriormente nos dejaron a su paso construcciones como los castros, petroglifos y dólmenes. Por medio de estudios epigráficos de estelas, aras y otros objetos se conocen rituales y cultos celto-romanos que mantienen creencias ancestrales enriquecidas por la mitología romana, tal como la mitología del agua. Los templos romanos debieron construirse en su mayoría sobre santuarios celtas, ya que tenemos el claro ejemplo de Santa Eulalia de Bóveda, donde se descubrió bajo el atrio un templo con pinturas de flores de claro matiz pagano. Revista Keltoi (Título original "Mitos en Galicia") |
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